Puso sus manos sobre su vientre mientras una lágrima fluía lentamente por la mejilla derecha. Hace tan solo unos días, en ese vientre dormía su joya, su diamante, su tesoro más preciado. Hoy, sin embargo, está vacío. Igual de vacía que su alma. Igual de vacíos que sus ojos. La tristeza la consume por dentro y por fuera. Ni siquiera su marido es capaz de consolarla. Él, que está roto por dentro debe demostrar entereza frente a ella y no sabe cómo frenar el salto al vacío que el azar les ha obsequiado. Le coge de la mano de forma cariñosa, pero ella no muestra ningún tipo de sentimiento recíproco. Le limpia esa lágrima, que ha llegado a la comisura de los labios. Ese ligero roce de la piel de él en su rostro le provoca un escalofrío que le hace volver en sí. Levanta la cabeza y por primera vez en días sus miradas se cruzan. Él emite una triste sonrisa, temeroso de la respuesta de ella. Y por fin, tras largos días grises, es recompensado con otra sonrisa, la primera de las muchas que vendrán.
PIELES
Arden nuestras pieles
Bajo este amasijo de desórdenes caóticos
Y sin embargo
Empujamos los momentos
En un vaivén de besos sin sonido
Hasta que la vida nos explota en la cara
Prometiendo cargarnos a la espalda
Un buen puñado de orgasmos infinitos.
Adiós 2020
Te miro a la cara por última vez
Fue precioso el comienzo
Pero acabaste por los aires
Sobreviví
Sobrevivimos
Y nos aprendimos
Segundo a segundo
Día a día
Construimos nuestra vida
Pero nos quisimos mal.
Te miro a la cara por última vez
Y créeme que,
A pesar de las huidas hacia delante
De las lágrimas derramadas
De los besos guardados
Y de los abrazos reservados,
Jamás te olvidaré.
Adiós 2020
Versos Veloces #6

Locura transitoria
Ese momento de soledad
Cuando escuchas LA canción
Esa que hace que el mundo se pare
Pero tu mundo se ponga patas arriba
Esa que hace que te olvides de TODO
Y no pienses en NADA
Esa que hace que tu corazón se acelere
Y los pies te duelan al saltar
Y la garganta te duela de gritar
Porque a veces es bueno volverse loco
Sin que nadie nos vea
Porque ese estado de locura transitoria
Hace que estemos cuerdos el resto del día
Influencer
Llevaba horas preparando las maletas. Viajaba a París por trabajo y tenía que cuidar minuciosamente su imagen. Le esperaba una semana repleta de eventos, desfiles de moda y varios photoshoots promocionales. Cualquier adolescente estaría encantada de ponerse en su lugar. Era una privilegiada, o eso pensaba el resto de la sociedad. Pero su profesión no le permitía queja alguna. Nadie imagina lo difícil que es mostrar el lado bonito de la vida cuando estás rota por dentro. Se situó frente al espejo vestida con un look muy casual acompañada de su equipaje y se hizo un selfie. Tras un pequeño retoque, la subió a instagram junto con un buen puñado de hashtags. Los likes y comentarios no cesaron. Uno le llamó especialmente la atención: ‘Qué suerte tienes, ojalá fuera tú’. Ella respondió: ‘No es oro todo lo que reluce’. Acto seguido un aluvión de críticas sacudieron su teléfono y su cuerpo. Lloró. Lloró muchísimo. Cuando estuvo vacía de lágrimas, cogió el móvil, eligió un filtro que le borrara las penas que colgaban de su rostro y se hizo una nueva foto. Esta vez la subió a su instagram stories con el texto ‘París, espérame que voy’.
Primera persona del plural
Quisimos hacer magia de nuestros besos
y conjugamos nuestros versos
en pasado perfecto.
Abrazamos la vida siguiendo el camino
y conjugamos nuestros cuerpos
en presente continuo.
Miramos las estrellas cogidos de la mano
y conjugamos nuestros sueños
en futuro incierto.
En primera persona del plural.
Cliente insatisfecho
Permanecía inmóvil en aquella incómoda silla, a pesar de la sangre que le caía a través de la comisura de los labios. Esos labios carnosos que hacía apenas unas horas estaban trabajando. Recibió un nuevo golpe, esta vez en el costado. Quizá ya tenía un hueso roto. Ella sin embargo no emitía ningún sonido, ninguna queja, nada. Solo permanecía a la espera del siguiente. ¿Cuál había sido su pecado? La insatisfacción de un cliente. Eso había provocado el enfado del Jeque y decidiera darle una paliza para escarmentarla. No era la primera vez que la castigaba, pero quizá fuera la última y eso la llenaba de felicidad. Tras una fuerte embestida en el oído derecho levantó la vista. Sus miradas se cruzaron por primera vez. Ella escupió sangre, él se crujió los dedos uno a uno. Se estaba preparando, ambos lo sabían. Ella le sonrió dejando a la vista sus dientes rojos. El Jeque levantó su mano derecha y la golpeó con tal violencia que le hizo caer al suelo. La levantó y la volvió a colocar en su posición inicial. Esta vez fue él quien sonrió mostrando su colección de dientes de oro. Se preparó para el golpe final.
Versos Veloces #5

Mi primavera
Cógeme la mano, cariño
Y borremos juntos los inviernos
Los días cortos
Y las noches frías
Lléname la vida de flores
Y que todos esos colores
Me devuelvan de una vez
Mi primavera.