Abrí los armarios de la cocina y allí estaba. Una cafetera italiana ¡qué suerte la mía! Saqué del bolsillo un frasco con café de tueste natural que había molido en casa. Siempre lo llevaba encima. Uno no sabe cuándo se podrá tomar un delicioso café mientras observa su obra. Puse la cafetera sobre la vitrocerámica y la encendí. No me moví del sitio, era mi ritual, mi momento. El café comenzaba a subir y el aroma inconfundible me recorría las fosas nasales provocando en mí un estallido de placer. Cogí una de las tazas y eché todo el contenido en ella. No necesitaba nada más. Cuando ya estaba llena anduve hasta el salón y me senté en una de las sillas. Me encanta ver como la sangre brota del cuerpo de mis víctimas mientras saboreo un delicioso café. Son mis manías, tú también tendrás las tuyas. Solo necesité diez minutos para disfrutarlo. Luego fregué la taza cuidadosamente, al igual que la cafetera y me marché. No tardarían en llegar y a mi me esperaba otro café.
Tag: Literatura
¿Quién soy yo?
Revisando los posts del blog me he dado cuenta que nunca he escrito nada sobre mi. Soy bastante reacia a hacerlo, la verdad. Soy muy tímida y padezco el un síndrome del impostor que a estas altura parece incurable.
La página «ME» de este blog es bastante mediocre y uno de los propósitos de este año es poder mejorarla considerablemente. Mientras lo hago, os voy a contar algunas cosas sobre mi para que al menos sepáis quién se encuentra al otro lado de este blog.
Soy Mireia y, aunque el blog esté enfocado principalmente a temas literarios, soy Ingeniera Informática. Estudié en la Universidad Politécnica de Valencia y, aunque el primer año fue desastroso, me saqué la carrera con una media bastante buena. He trabajado en varias empresas desarrollando software para diferentes sectores, desde el sanitario, financiero hasta educación.
En 2018 decidí dejarlo para dedicarme a una de mis pasiones, la educación. Ahora mismo soy profesora de secundaria en centros de Valencia. Doy clase de informática tanto en ESO, Bachillerato como Ciclos Formativos.
Desde muy pequeña me ha gustado leer y escribir. Me encantaba inventarme historias. A los 8 años escribí un pequeño cuento que ilustré yo misma y cuando llegó el ordenador a casa pasaba horas creando historias. He tenido varios blogs, los cuales siempre empezaba con muchas ganas pero iba abandonando con el paso del tiempo.
Empecé con «El cine y yo» donde escribía reseñas de las películas que veía. «La chica del millón de dólares» que era un popurrí de cosas que tenía en mente. «La princesa de las nieves» fue el único que conservé pues lo creé como diario de mi estancia en Helsinki. Ahí escribía periódicamente lo que me iba pasando y además subía fotos. También servía para que mi familia y amigos pudieran estar un poco más cerca de mi.
Si quitamos los blogs, apenas tengo nada escrito. En 2018 tuve un episodio muy doloroso en mi vida y la manera que encontré para evadirme y no pensar fueron los libros. Comencé a devorarlos consumiendo prácticamente todo mi tiempo. Y un día empecé a escribir de nuevo. Escribía poesías que me servían como terapia sanadora, pues parecía que, al soltar mis pensamientos, mis heridas se iban curando poco a poco. Me atreví a colgar algunas en mi cuenta de Instagram, cosa que nunca había hecho antes, y desde entonces no he dejado de escribir. Tanto poesías como relatos más cortos.
En 2020, durante el confinamiento, decidí rescatar este blog (que tenía abandonado) y le di una nueva vida. Además de colgar algunos de mis relatos y poemas, lo uso para otra de mis grandes aficiones, la fotografía.
Así que esto es lo que puedes encontrar aquí. Mis dos caras, la literaria y la fotográfica. Espero que te sientas como en casa.
Besos
Nos dimos
besos de paso.
De esos que emigran
al acabar la estación.
De esos que hibernan
al llegar el calor.
Besos de pasión fugaz.
De esos que se van.
De los que no vuelven.
Pero quedan tatuados
a fuego en nuestras pieles.
Humedades en la cocina
Dejé algunas bolsas en el suelo y llamé al timbre. Mientras revisaba el parte de daños del inmueble me abrieron la puerta. Una preciosa morena de ojos verdes apareció ante mi. Llevaba una bata de seda blanca que le llegaba hasta la mitad de las piernas. Me quedé paralizado sin saber qué decir.
―¿Eres el chico del seguro? Ya era hora, hace más de un mes que os estoy esperando. Anda pasa.
Empecé a recoger todos los trastos y torpemente entré en su casa. Me guio hasta la cocina donde supuestamente estaban los daños causados por las últimas lluvias. Mientras preparaba todo el material ella abrió la nevera y sacó un yogur. Metió la cuchara en su interior y se la llevó a la boca sin dejar de mirarme. El pantalón comenzaba a apretarme, tenía que centrarme en mi trabajo.
―Es ahí ―dijo mientras señalaba las humedades. Ese ligero movimiento de brazos provocó que se abriera la bata dejando al descubierto una milésima parte de un conjunto de lencería con encaje―. El vecino se dejó el sumidero cerrado y el agua de su terraza se filtró a la mía.
En lugar de levantar la cabeza hacia el techo siguiendo su mano, la miré a ella, de arriba a abajo. Ella sonrió al tiempo que volvía a meterse una cucharada de yogur en la boca mientras la lamía con una sensualidad que dolía. Comenzaba a sudar y ella no dejaba de mirarme. Se acercó hacia mí y me ofreció un vaso de agua rozándome la mano intencionadamente.
―Si tienes calor, puedes quitarte la camiseta, no me voy a asustar ―me susurró sin quitarme los ojos de encima.
―Tú también puedes quitarte la bata si tienes calor, tampoco me voy a asustar ―me sorprendió el comentario que hice y al momento me arrepentí. Iba a disculparme cuando la chica dejó caer la bata al suelo. Esto no podía ser real.
―Te toca.
Y me quité la camiseta tan rápido como pude. Ella se acercó a mí y deslizó su mano por mi abdomen. Yo la seguía, hasta que se detuvo al inicio del pantalón, que aún tenía puesto. La miré a los ojos, le dí la vuelta rápidamente poniéndola de espaldas a mí, y puse sus manos sobre la encimera. Rocé mi pantalón abultado por su cuerpo al tiempo que metía mis manos en sus minúsculas braguitas. Estaba muy húmeda y eso me excitó tanto que sin pensarlo metí dos de mis dedos en su interior. Ella gemía y yo cada vez estaba más cachondo. Le besaba el cuello y apretaba mi erección contra su culo mientras la follaba con mis dedos. Ella cada vez gritaba más. Sabía que se correría pronto y eso aún me excitaba más. Cada vez iba más rápido hasta que noté como sus músculos se contraían. Se giró sonriendo y me miró a la cara.
―Si lo haces todo tan bien, mi casa quedará como nueva. A trabajar.
#NOFICCIÓN2021 -2- DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO DE ESCRIBIR

Posiblemente muchos se llevarán las manos a la cabeza con la siguiente confesión. No he leído ninguna novela de Murakami. Ale, ya lo he dicho.
Este libro llegó a mis manos de casualidad. Un día estuve buscando libros sobre el arte de escribir. Tanto de ayuda a la planificación de una novela o estructurar textos, como de los puntos de vista y experiencias de escritores ya consagrados. Entonces encontré este, que me llamó mucho la atención, y lo compré.
Leerlo es una delicia. Está escrito con un lenguaje muy ameno y está estructurado en capítulos donde se tratan temas como la gestión del tiempo, la creación de personajes o la vida del escritor. Todo desde la mirada y las propias vivencias de Murakami.
Para mí, ha sido muy enriquecedor leer este libro de no ficción y tras esto, he sentido las enormes ganas de leer una de las muchas novelas de este autor japonés. ¿Alguna recomendación?
Pellizcos
Mientras me acaricias
Con tu ojos
Y me lames con tus versos
Se me olvidan
Los pellizcos de tristeza
Que a veces me regala la vida
Vacío en mi interior
Puso sus manos sobre su vientre mientras una lágrima fluía lentamente por la mejilla derecha. Hace tan solo unos días, en ese vientre dormía su joya, su diamante, su tesoro más preciado. Hoy, sin embargo, está vacío. Igual de vacía que su alma. Igual de vacíos que sus ojos. La tristeza la consume por dentro y por fuera. Ni siquiera su marido es capaz de consolarla. Él, que está roto por dentro debe demostrar entereza frente a ella y no sabe cómo frenar el salto al vacío que el azar les ha obsequiado. Le coge de la mano de forma cariñosa, pero ella no muestra ningún tipo de sentimiento recíproco. Le limpia esa lágrima, que ha llegado a la comisura de los labios. Ese ligero roce de la piel de él en su rostro le provoca un escalofrío que le hace volver en sí. Levanta la cabeza y por primera vez en días sus miradas se cruzan. Él emite una triste sonrisa, temeroso de la respuesta de ella. Y por fin, tras largos días grises, es recompensado con otra sonrisa, la primera de las muchas que vendrán.
PIELES
Arden nuestras pieles
Bajo este amasijo de desórdenes caóticos
Y sin embargo
Empujamos los momentos
En un vaivén de besos sin sonido
Hasta que la vida nos explota en la cara
Prometiendo cargarnos a la espalda
Un buen puñado de orgasmos infinitos.
Adiós 2020
Te miro a la cara por última vez
Fue precioso el comienzo
Pero acabaste por los aires
Sobreviví
Sobrevivimos
Y nos aprendimos
Segundo a segundo
Día a día
Construimos nuestra vida
Pero nos quisimos mal.
Te miro a la cara por última vez
Y créeme que,
A pesar de las huidas hacia delante
De las lágrimas derramadas
De los besos guardados
Y de los abrazos reservados,
Jamás te olvidaré.
Adiós 2020
Primera persona del plural
Quisimos hacer magia de nuestros besos
y conjugamos nuestros versos
en pasado perfecto.
Abrazamos la vida siguiendo el camino
y conjugamos nuestros cuerpos
en presente continuo.
Miramos las estrellas cogidos de la mano
y conjugamos nuestros sueños
en futuro incierto.
En primera persona del plural.