Y fueron mis labios carmín
los que quedaron marcados
en esa copa de vino
con la que brindamos por nosotros.
Que aunque los rayos de sol
no atraviesen nuestras ventanas,
tampoco se está tan mal
con nuestros pies entrelazados
bajo una manta.
Y fueron mis labios carmín
los que quedaron marcados
en esa copa de vino
con la que brindamos por nosotros.
Que aunque los rayos de sol
no atraviesen nuestras ventanas,
tampoco se está tan mal
con nuestros pies entrelazados
bajo una manta.